Lo que tú no sabes es que cuando andas despistada, siguiéndome los pasos, yo te miro de reojo. Porque me encanta mirarte y admirarte. También me gusta observante mientras tomas tu dosis ineludible de cafeína, cuando coges la taza caliente entre las manos, soplas despacito, muy flojo, creando un remolino de humo y le pegas un sorbo; en ese momento yo ya quemo más que el café. Aunque me resigno, hasta que llega la hora de afilar los colmillos, que es cuando permites que me acerque hasta tu cuello... se, que si me dejaras besarte, podría llegar mucho más allá del límite que marca el alma.
Pero, a pesar de esta atracción irrefrenable que siento por tu pellejo, lo que más me atrae de ti es ese aparato con el que creas todas esas ideas, pensamientos y reflexiones, tan distintas a las de todos… tan parecidas a las mías; llámale cerebro si quieres. Siempre consigues sacarme una sonrisa cuando es necesario o iluminar esa oscuridad que a veces me rodea. Aunque también es verdad, que en ocasiones me gustaría que tu luz me enfocara desde mucho más cerca… a solo unos pocos centímetros. Querrás acercarte tanto?
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